
¿Cómo podemos garantizar que la intervención que vamos a diseñar para mejorar la prescripción sea creíble y efectiva?
La respuesta radica en contar con un sólido respaldo de evidencia científica. Un buen soporte de evidencia sobre la buena práctica de prescripción que queremos implantar nos asegura la credibilidad y el apoyo de los distintos grupos implicados en el desarrollo de la intervención.
Esta etapa estará dedicada a la preparación del informe de síntesis de dicha evidencia. Su elaboración se basará en Guías de Práctica Clínica (GPC) y recomendaciones sobre uso adecuado del medicamento, elaboradas mediante un proceso sistemático y explícito como el método GRADE (Grade of Recommendation, Assessmentt, Development, and Evaluation), y seleccionadas en base a su calidad metodológica evaluada con la herramienta AGREE II.
En ausencia de GPC, recurriremos a las revisiones sistemáticas, destacando las de la colaboración Cochrane. Para valorar su calidad se recomienda la herramienta AMSTAR II. Si fuese necesario recurriremos a artículos científicos originales. En este caso será necesario realizar la valoración del riesgo de sesgos y hacer su lectura crítica, contando para ello con herramientas específicas.
Otra fuente de evidencia a utilizar serán los productos generados por los Centros de Información de Medicamentos.
Tampoco podemos olvidar la importancia de la adaptación de la evidencia al contexto local, mediante un proceso sistemático y participativo, garantizando que el resultado final siga estando basado en la evidencia. Para ello, en este documento presentamos dos herramientas diseñadas por el Grupo RediSAM en base a las guías y documentos de referencia localizados: la primera de ellas nos permite analizar las diferencias entre la evidencia encontrada y la práctica real, así como una revalidación del objetivo de intervención; la segunda nos proporciona un análisis más detallado de cada una de las recomendaciones.
Abrir - Etapa 3. Búsqueda de la evidencia y su adaptación al contexto local